A veces nos empeñamos en luchar contra imposibles, en querer
que todo suceda como queremos, y no somos capaces de aceptar que nosotros no
movemos los hilos de la vida, que hay cosas que no dependen de nuestros deseos.
Los años te dan esa calma serena para poder afrontar lo que se te va
presentando en el camino. No es resignación, es aceptación. Hay veces que
luchar contra un imposible, además de resultar inútil, puede hacernos mucho
daño que el hecho en cuestión. Qué difícil es cuando tu mente dirige tu razón
hacia la distancia y tu corazón gana el pulso.
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